La balada de Beta-2


Un joven estudiante de antropología en una época futura recibe el encargo de documentar una obra poética creada por unos colonizadores cuyas naves sufrieron un percance antes de llegar al planeta al que estaban destinados: todos los ocupantes llegaron muertos y algunas naves fueron destruidas. La única información del desastre sobrevive crípticamente en los versos de la conocida “Balada de Beta-2”.

Es la primera obra que leo de Samuel R. Delany y, definitivamente, merece la pena esta pequeña historia, finalista de los premios Nebula de 1966, bien construida, enmarcable dentro de la ciencia ficción más pura, pero que es algo más. Los extractos de “La Balada de Beta-2” que aparecen en la novela parece ser que fueron escritos con la ayuda de la que fue su mujer, la poetisa Marilyn Hacker.

Delany utiliza los estándares de la ciencia ficción para elaborar una reflexión sobre la religión, la experiencia mística y el deseo de inmortalidad.

No deja de parecer más un borrador para una historia más larga y elaborada, más que una novela completa, pero Delany consigue transmitir esas ideas principales con bastante pericia. Absolutamente recomendable.

 

Título: “La Balada de Beta-2”

Autor: Samuel R. Delany

Ed. Martínez Roca, Superficción, nº 14.

1965 (edición 1976)

148 páginas

Rosa cuántica


Catherine Asaro nos presenta en esta novela, una space-opera ganadora del premio nebula, la historia del encuentro entre Vyrl, un hombre venido de las estrellas, y Kamoj, la gobernadora de una provincia en un planeta colonizado siglos atrás y cuya civilización vive en una especie de edad media post-tecnológica.

La irrupción de Vyrl trastorna los planes de fusión entre la provincia de Argali y Ponteferro, que debería llevarse a cabo mediante el matrimonio de los dos gobernadores: Kamoj y Jax Ponteferro.

Hay varias cosas destacables en esta novela, como el personaje femenino, perteneciente a un pueblo que es sumiso gracias a la ingeniería genética, y su lucha por escapar a ese determinismo heredado y tomar sus propias decisiones. Cierto es que, a veces, la relación entre Vyrl y Kamoj está impregnada de un romanticismo algo barato y, ciertamente, empalagoso.

Otro dato curioso lo explica la propia autora en un epílogo, en el que describe el proceso de creación de la trama partiendo de conocimientos de física cuántica sobre interacciones entre partículas. Como ella misma comenta, es otra manera de utilizar la ciencia que no se limite a describir los últimos avances teóricos o elucubrar sobre las aplicaciones prácticas de los mismos. Es una idea interesante, aunque no sé si le ha sacado todo el rendimiento posible (lo que cuenta Asaro no deja de ser una historia sobre el amor, el poder y la sumisión, sin aportar una perspectiva novedosa sobre el tema).

Por lo demás, a pesar de la extensión de la novela, con algunos pasajes demasiado preciosistas y algo tediosos, es una lectura entretenida y recomendable.

Synecdoche, New York

Sinécdoque: 1. f. Ret. Tropo que consiste en extender, restringir o alterar de algún modo la significación de las palabras, para designar un todo con el nombre de una de sus partes, o viceversa; un género con el de una especie, o al contrario; una cosa con el de la materia de que está formada, etc.

Mucho hay que comentar y mucho se puede decir de esta película; Que la escribe y dirige Charlie Kaufmann, guionista de “Olvídate de mí” o “Cómo ser John Malkovich”; Que tiene excelentes interpretaciones (sobre todo Philip Seymour Hoffman); Que, para algunos, Kaufmann intenta abarcar demasiado en su estreno como director, y para otros ha confeccionado un precioso bordado sobre la propia realidad, la vida y la muerte; Que continua con el marcado tono surrealista y los juegos espacio-temporales que impregnaban sus anteriores guiones; Que todo lo que cuenta ya lo había contado Bergman sin tanto artificio… etc.

Creo que es algo inútil intentar desentrañar todo lo que sugiere la película. Es mejor sumergirse en ella, sin prejuicios, sin intentar buscar fallos o virtudes, o qué la hace más o menos merecedora de elogios o críticas. Simplemente hay que disfrutarla.

Me recordó a un poema de Jaime Gil de Biedma que se clava como un puñal.

No volveré a ser joven

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

Los amos del tiempo

Mientras el ser humano daba sus primeros pasos por el camino de la inteligencia, una nave interestelar sufre un grave accidente, aniquilando a casi toda la tripulación y dejando a su suerte a unos cuantos supervivientes, que caen en este planeta casi salvaje con sólo unos indicios de civilización.

La influencia de seres extraterrestres en la evolución humana es un tema que la ciencia ficción ha tratado en bastantes ocasiones (sin ir más lejos, Arthur C. Clarke en “2001”. Aquí no podemos hablar de algo que “guía” nuestro proceso, sino más bien de la consecuencia accidental de un contacto con seres de inteligencia y características superiores. Y no añado más, porque es mejor ir descubriendo, capítulo a capítulo, las implicaciones de este contacto.

Una interesante historia del escritor-fan Wilson Tucker, que narra con estilo de novela negra (incluyendo detectives y asesinatos) y con la suficiente maestría como para conseguir la intriga necesaria en este tipo de relatos. Merece la pena acercarse a esta breve novela del autor de “El año del sol tranquilo”.

 

Título: “Los Amos del Tiempo”

Autor: Wilson Tucker

Ed. Martínez Roca, Superficción, nº 31.

1953 (edición 1978)

157 páginas

Los tres estigmas de Palmer Eldritch


De nuevo Philip K. Dick. Y de nuevo otra impresionante novela de este genio alterado de la ciencia ficción.
Tras un viaje a Próxima Centauri de una década de duración, Palmer Eldritch regresa al sistema solar con un nuevo producto que podría sustituir a la “Can-D”, una droga “ilegal” que consumen los colonos que han sido forzados a abandonar la Tierra; una sustancia que les ayuda a soportar las duras condiciones en las que viven, y que utilizan junto a los equipos “Perky Pat”, unos juguetes que actúan como catalizador de las visiones y sensaciones que provoca la droga. Una de las características de esa sustancia es que consigue la “comunión” de varias mentes, que habitan la alucinación en un mismo cuerpo.
También aparece una de las ideas más surrealistas que ha parido la mente de este escritor: el dj, que orbita los planetas y satélites donde están los colonos anunciando los productos Perky Pat; una idea que desarrollaría completamente en Dr. Monedasangrienta, ahora como una figura mesiánica portadora de esperanza.

En la contraportada leemos lo siguiente:

“Philip K. Dick (…) reincide una vez más en su tema favorito: la creación de un universo ficticio por parte de los que mandan, como medio para perpetuar la represión.”

No sé si “represión” es la palabra correcta tratándose de Dick; quizás sería más adecuado “control”. En la novela existe un entramado de intereses económicos que permiten la distribución de una droga alucinógena que mantiene vivas las esperanzas de los colonizadores en los distintos emplazamientos del sistema solar. Esa droga genera la ilusión de estar de nuevo en la Tierrra, habitando un cuerpo perfecto en un entorno perfecto. Curioso, porque tampoco en la Tierra encontramos ese entorno, debido al calentamiento de la superficie que obliga a los ciudadanos a habitar en edificios refrigerados, con el peligro de morir abrasados si permanecen en el exterior sin protección. Así, nos encontramos una existencia que es, con y sin droga, alienada y degenerada.

En este contexto, Dick plantea sus temas recurrentes: drogas, religión (culpa y expiación), política, y distintas realidades conviviendo en un mismo espacio y tiempo. Como siempre, nos hace cuestionar la naturaleza de la realidad y los medios que poseemos para explorarla y orientarnos sin caer en la esquizofrenia y la locura (o aceptándolas como parte del entramado de lo real).

 

Título: “Los Tres Estigmas de Palmer Eldritch”

Autor: Philip K. Dick

Ed. Martínez Roca, Superficción, nº 43.

1964 (edición 1979)

191 páginas

Yoshimi battles the pink robots


“The test begins…. NOW!!”

Con esta frase de los tiempos de “Zaireeka” comienza el trabajo más accesible de los de Oklahoma. Editado en el 2002, es el disco perfecto para introducirse en su peculiar mundo sonoro.
Con los logros conseguidos en sus dos discos anteriores ejecutan una encomiable pieza de pop-indie-rock que sigue la estela de “The Soft Bulletin”, con un toque más comercial, sin por ello traicionar el espíritu del grupo, aunque muchos fans de la época del “Clouds Taste Metallic” no lo vieran así.

Algunas canciones tienen una temática similar, acerca de una chica que libra al mundo de unos malvados robots rosas, por lo que puede parecer un disco conceptual, pero la mayoría de letras no hacen referencia a esa idea y se centran en algunos temas ya tratados por la banda, con un toque filosófico, científico y, por qué no decirlo, de “auto-ayuda”.

“Fight Test”, la primera canción, tiene muchas similitudes con una canción de Cat Stevens (Yusuf Islam): “Father and Son”. Wayne Coyne alega que no era consciente de ese parecido (no sé si creerle…). De todos modos, un buen tema sobre la lucha, inevitable en algunos momentos de la vida, aderezado con una reflexión existencial: “No sé dónde terminan los rayos del sol y empieza la luz de las estrellas… es todo un misterio. Y no sé cómo un hombre decide lo que es bueno para su propia vida… es todo un misterio”.
“One More Robot/Sympathy 3000-21” habla sobre un robot que comienza a sentir, algo muy “dickiano”. Incluso los malos de la película tienen sentimientos. Musicalmente es uno de los temas más atractivos del disco, incluso con toques parecidos al trip-hop.
“Yoshimi battles the Pink Robots Part 1” retrata la desigual lucha entre Yoshimi, una chica, y los malvados robots programados para destruirnos: “Oh Yoshimi, nadie me cree, pero tú no vas a dejar que esos robots me derroten”. Un verdadero entretenimiento musical, la canción más pegadiza del disco, ideal para cantar a coro en los conciertos. Y “Yoshimi battles the Pink Robots Part 2” es la escenificación sonora de la encarnizada lucha de la que Yoshimi sale ganadora. Es un tema instrumental (con gritos), cercano a lo que harían un año después Radiohead con su Mixomatosis.

Y aquí se acaban las historias de robots propiamente dichas. “In the morning of the magicians”, Wayne nos canta sobre el amor sobre una base trip-hopera llena de loops, efectos sonoros y dulces melodías: “¿Qué son el amor y el odio? ¿Por qué importa? ¿Es amar un desperdicio? ¿Cómo puede ser que importe?”.
“Ego tripping at the gates of hell”, “Are you a hipnotist” y “It’s summertime” siguen la misma tónica sonora y lírica: Canciones con efectos sonoros, psicodélicos, letras sobre la vida y el amor, el solipsismo… Son canciones muy evocadoras, en las que la (peculiar) voz de Wayne encaja perfectamente.
Pero la joya del disco, sin duda, es “Do you realize??”, donde la banda echa el resto. Una canción prácticamente perfecta, desde esa cuenta distorsionada del principio, los violines, campanas, hacen de ella una obra épica, con una de las letras más hermosas del pop:

“¿Te das cuenta de que tienes la cara más hermosa? ¿Te das cuenta de que flotamos en el espacio? ¿Te das cuenta de que lloraste de felicidad? ¿Te das cuenta de que todo aquel al que conoces morirá algún día? Así, en vez de ir despidiéndote, hazles ver que te das cuenta de que la vida pasa rápido, que es difícil hacer que las cosas buenas duren, que te das cuenta de que el sol no se pone: es sólo una ilusión provocada por la rotación del mundo”.

No en vano es su canción más versionada y fue nombrada la Canción Rock Oficial del estado de Oklahoma. Es, simplemente, preciosa.

“All we have is now”, cuenta cómo el protagonista se encuentra con su yo futuro: “No vamos a conseguirlo, me explicó cómo sería el fin: Tú y yo nunca formaremos parte del futuro, todo lo que tenemos es el ahora”. De nuevo la idea: disfruta de la vida y no te preocupes demasiado por lo que vendrá.
Y el disco termina en Marte: “Approaching Pavonis Mons By Balloon (Utopia Planitia)”, un tema instrumental que pone punto y final a los Flaming Lips más Sci-Fi.

La producción del disco cuenta con Dave Fridmann de nuevo y es excelente: no es nada fácil orquestar toda la parafernalia de efectos sonoros con los que el grupo adorna sus canciones.

Después de una gran obra como “The Soft Bulletin” parecía difícil conseguir algo tan brillante como este Yoshimi, que se mantiene como uno de los discos más interesantes del pop de la primera década del nuevo siglo.

Como curiosidad, en la edición del CD se incorporó un mensaje “secreto” en uno de los laterales interiores del disco, que reza: “Has descubierto el mensaje secreto. ¿Tienes demasiado tiempo en tus manos? …Déjalo marchar.”

Yoshimi battles the pink robots, part 1

Do you realize??