Casi cinco meses sin escribir por aquí, ya iba siendo hora de actualizar. Podría culpar al trabajo, a la falta de tiempo, pero la verdadera razón es la pereza. Siempre me viene a la mente esa estrofa con la que empieza una canción de Fangoria:

“Mi indiferencia natural, curtida en mil batallas contra la pereza”.

Y me siento identificado con esa frase, porque a veces siento que mi vida es una lucha constante contra la desgana. A veces gano, afortunadamente, y la indiferencia desaparece por unos instantes.

De la pereza, de la lucha contra ella, de la motivación, de la determinación a hacer algo que quieres, de la creatividad, y, por supuesto, de correr, trata este libro de Murakami, un escritor del que conocía “Kafka en la orilla” y su colección de cuentos “Sauce ciego, Mujer dormida”, y que ni sospechaba que fuera corredor de maratones.

Llegó a mis manos junto con otro libro (de Punset) y un par de rosas (gracias, Antonio, eres un sol). Es un pequeño gran libro, en el que el autor desgrana con sinceridad sus sensaciones a la hora de correr, y también a la hora de escribir. Mientras lo leía pensaba en este blog, y en las zapatillas que me regaló Vidal, otro corredor, que están ahí aparcadas esperando que un día de verano me decida a ganar una de esas pequeñas batallas mentales que tanto me inhabilitan en mi vida cotidiana.

Es un libro corto, pero que merece la pena. Me gusta mucho la ficción, y me gusta la ficción de Murakami, pero siempre me ha parecido excepcional que alguien se desnude para contar sus frustraciones y miedos, y sus victorias personales; que las comparta, que nos haga sentir menos solos, comprendidos.

No me ha dado por correr, no es el propósito del libro convencer al lector de lo bueno que es el deporte, pero gracias a él he reflexionado calmadamente sobre la vida, y me ha sentado bastante bien.