Etiqueta: pintura

Puzle

PuzleÓleo sobre lienzo, 100 x 70

Basado en un mosaico árabe, compuesto por triángulos equiláteros a los que se les añade y quita una sección circular alternativamente, aparece este “puzle”, sólo apto para gatos (de Schrödinger o de Cheshire)

Mondrian elige la Pastilla Roja

Mondrian elige la Pastilla Roja

60 x 45 cm, Acrílico, Óleo y Rotulador Permanente sobre lienzo

Bueno, un divertimento que llevaba mucho tiempo atascado: “Mondrian elige la Pastilla Roja”. Tras mudarse a Nueva York, Piet recibe la visita de Morpheo, que le da a elegir entre dos pastillas:

“la Azul, y todo queda igual. Tus líneas rectas, perpendiculares, y tus colores primarios reflejan tu búsqueda de la pureza, y así seguirá siendo. La Roja, y descubres que no existe la pureza y te metes de lleno en la madriguera del caos.”

¿Y si Mondrian hubiera elegido la Roja?

2013

2013

Rompo el periodo de inactividad para felicitar el nuevo año 2013; un año que, en mi caso, ha comenzado con el pincel en la mano y Akhenaten, de Philip Glass, como música de fondo, entremezclado con los petardos y los fuegos artificiales de las celebraciones.

Como persona escéptica, no creyente, suelo recelar de los rituales de estos días, tanto religiosos (navidad) como sociales (año nuevo). Pero soy consciente de la importancia que tienen para el ser humano: como punto de referencia, como apoyo emocional para afrontar la vida. Un ritual no deja de ser una serie de actos que no tienen sentido por sí mismos: nosotros los dotamos de significado.

Por eso, desde hace ya un tiempo, después de pasar por una primera fase de rechazo a cualquier tipo de celebración oficial y socialmente aceptada, decidí elaborar mis propios rituales. Este año lo he comenzado de esta manera, como símbolo de lo que quiero que sea este 2013. Ataviado con las ropas blancas que suelo utilizar para no mancharme mientras pinto, el pincel untado en un precioso azul ultramarino y con el embriagador aroma del óleo, escuchaba las olas minimalistas de la música de Glass; música repetitiva, hipnótica, para un cuadro que espera tener esas características.

Lleno de estrellas, porque este año ha aparecido una estrella en el Norte que mira hacia el Sur, y, como el buen Rey Gaspar en el que me está convirtiendo mi larga barba, pienso seguirla y disfrutar de su luz. Que el óleo sea mi incienso.

Feliz Año 2013, cargado de arte, de música y de buen vino. Urte Berri On!

Matisse

Matisse, Pianista y jugadores de damas, 1924Hace unos días pude disfrutar de la exposición temporal dedicada a Matisse en el museo Thyssen-Bornemisza (desde el 9 de Junio hasta el 20 septiembre), que abarca la producción del pintor francés comprendida entre los años 1917 y 1941.

Es esta la época menos conocida para el gran público, pues Matisse siempre se ha asociado y se asociará, al movimiento Fauve, con esos cuadros de colores contrastados y violentos; y se recordará, además, por los collages de su última época (no hay más que ver los confesionarios del Gran Hermano…). Los colores contrastados, irreales y salvajes siguen apareciendo en parte de su producción de esta época, pero en su evolución, Matisse tiene otros intereses, como la representación del volumen, de la tercera dimensión. Es este aspecto el que más me llamó la atención en esta serie de cuadros.

Matisse consigue un efecto muy curioso, pues hace que la representación espacial quede como a “medio camino” entre lo bidimensional y lo tridimensional. Un buen ejemplo de esa sensación está reflejado en “Pianista y jugadores de damas”, de 1924. La decoración del papel pintado y la alfombra son totalmente planos, incluso cuando están representados en perspectiva; es una perspectiva “descolocada”, sin puntos de fuga definidos claramente, pero que, aun así, consigue cierta profundidad. El efecto de volumen está remarcado con las sombras: del piano y la escultura sobre el papel pintado de la pared, o de la silla sobre el armario. Pero la disposición de las figuras y objetos  sobre ese esbozo de espacio es desconcertante, no está definida con precisión, ni tenemos más pistas que el sentido común y la lógica para situarlas en el lugar en el que supuestamente deben estar. Todo ello genera una sensación extraña en el espectador, como si la habitación y el espacio que delimita hubieran sido presionados y estirados levemente en distintas direcciones. Mientras lo veo y reflexiono sobre ello, no deja de rondarme por la cabeza la idea del cubismo: representar un objeto en su totalidad, desde distintos puntos de vista, en la misma obra. Evidentemente este cuadro no tiene nada que ver con el cubismo, ni formalmente ni ideológicamente, pero hay algo similar; algo que no afecta al objeto, ni siquiera al fondo, sino al propio espacio: al espacio que no está representado, algo que el pincel no recoge pero que deja su impronta en el resultado. Uno se pregunta qué pasaría si, como si fuera la pantalla de una cámara digital, ubicáramos el lienzo en otro punto de la habitación. ¿Cómo veríamos la escena desde arriba, o desde la perspectiva de uno de los jugadores? ¿Estarían ubicados en el lugar que la lógica y el sentido común predicen? ¿O pasaría como en una de esas representaciones bidimensionales de hipotéticos objetos geométricos tetradimensionales, en las cuales la lógica y el sentido común de nuestra percepción tridimensional pierden su utilidad?

En todo caso, hay algo claro: la pintura, la representación de objetos, ideas, conceptos, sobre una superficie bidimensional, es un engaño. Y Matisse lo muestra claramente. Viendo estos cuadros uno sabe perfectamente que el artista ha cogido un pincel, lo ha mojado en pintura, y ha dejado una marca, una simple mancha en el lienzo. Sabemos que nos está engañando. No intenta ocultarnos ese engaño en ningún momento, e incluso pareciera que quiere que sepamos que el engaño está ahí. Por eso son grandes estos cuadros, porque incluso siendo conocido el truco, consiguen el impacto de la ilusión.

n1

Mujer sentada, con la espalda vuelta a la ventana abierta (1922)